Universidad de Málaga

Málaga 1963. Operarios municipales en el paseo de Reding

Málaga 1963. Operarios municipales en el paseo de Reding

Una mirada distraída sobre la fotografía puede darnos la idea de que su autor ha pretendido reflejar una escena, no exenta de tipismo, que podría formar parte de la serie “oficios y profesiones”. Dos operarios con pertrechos elementales hurgan en las entrañas de la ciudad: las sandalias recién abandonadas sobre la acera para endosarse las botas de goma; la boina encastrada en el bolsillo trasero para evitar que caiga al fondo de la cloaca; el reloj subido hasta el antebrazo para protegerlo de salpicaduras indeseadas…

Sin embargo, su protagonismo queda diluido por la posición, las dimensiones y la contundencia visual del carro y del mulo que tira de él. Lo insólito de ese vehículo en el centro de la ciudad nos lleva al segundo plano que es el que confiere más sentido para los ojos de hoy: es un momento de cambio, de progreso.

Una amplia gama de vehículos (hasta ocho) muestran la mezcolanza típica de una época que desaparece y otra que se abre paso. Frente al carro, el seiscientos, coche emblemático de la Seat, pero también del incipiente desarrollismo económico; el milquinientos –aparecido en ese mismo año de 1963– del que disfrutan las clases más acomodadas (¡y los taxistas!); otro coche, apenas vislumbrado en el margen izquierdo; la hoy día humilde bicicleta pero entonces todo un artículo de lujo entre las clases populares; el motocarro, aún en los inicios de su evolución; escondido tras la cuba asoma el morro de un vehículo pesado; y finalmente el coche de caballos que manifiesta la vocación turística de esta ciudad. Todos ellos peldaños que van elevando a la generación de los ‘60 sobre la de la autarquía de los ‘50.

Al fondo, una larga fachada de casas viviendo sus últimos momentos de placidez pueblerina: pequeñas edificaciones de amable aunque rudimentaria arquitectura en la que se intuyen comercios de barrio protegidos con toldos del sol de mediodía. Pero la línea del cielo ya se ve destruida por una construcción que rompe los límites del marco fotográfico: es el heraldo despiadado que anuncia la barbarie en que, en pocos años, se convertirá el barrio de La Malagueta. Un oneroso tributo a la irracional modernización.

Produce cierta nostalgia contemplar esta fotografía… pero quizás no siempre cualquiera tiempo pasado fue mejor. 

 

Salvador Montesa Peiró

Los pingbacks están cerrados.

Los comentarios están deshabilitados.