Al fondo, la carnicería de Paco “El Sevillano” y, ya en la nave de la fruta y las verduras, Luisa “El Moñi” (a la izquierda) y Pepe “El Orejón” (a la derecha). Todo está limpio, ellos y ellas con su reluciente uniforme. Su actitud, expectante. La paz que irradia Luisa contrasta con los semblantes preocupados de los propietarios del puesto de en medio, padre e hija, junto a una madre risueña, optimista ante su puesto recién estrenado. Pepe parece el más adelantado, hasta tiene los precios puestos. Este hecho despierta la curiosidad del economista, que se pregunta: los pimientos a nueve pesetas, ¿estarán caros, o quizás baratos?
La deformación profesional le lleva a realizar un ejercicio de actualización. Los precios se han multiplicado por treinta, aproximadamente y, traducidas a euros, aquellas nueve pesetas serían hoy algo más de un euro y medio. Parece un precio razonable y es que no cabían muchas alternativas: El Palo era en esa época todavía un barrio pobre y, a pesar de que el cambio al nuevo mercado había supuesto un gasto importante que habría que amortizar, pensaron -a mi juicio con buen criterio- que lo importante era mantener las ventas, aunque ello les provocara, como consecuencia, el rictus de preocupación que se refleja en sus semblantes.
Antonio Clavero Barranquero
Universidad de Málaga