Área de identidad
Tipo de entidad
Forma autorizada del nombre
Forma(s) paralela(s) de nombre
Forma(s) normalizada del nombre, de acuerdo a otras reglas
Otra(s) forma(s) de nombre
Identificadores para instituciones
Área de descripción
Fechas de existencia
Historia
FERRERÍA LA CONCEPCIÓN - MARBELLA
Ferrería la Concepción
Su origen se remonta a 1826, fecha en que un grupo de comerciantes de Málaga decidieron explotar unas minas de hierro descubiertas cerca de Ojén. Para ello construyeron una fundición en la margen derecha del río Verde, en un paraje próximo a su desembocadura. El combustible se obtuvo de las ricas comarcas forestales situadas al norte de Marbella y la fuerza motriz de la energía hidráulica. Dos personajes destacan en el lanzamiento de la empresa, Manuel Agustín Heredia y Francisco Antonio Elorza, el primero aportando la financiación necesaria y la confianza en el éxito de la iniciativa; el segundo sus conocimientos técnicos. El plan de Elorza consistió en establecer el método de fundición indirecto, consistente en obtener hierro colado en el alto horno utilizando carbón vegetal y después afinarlo en hornos de reverbero con carbón mineral en una nueva ferrería que se construyó en Málaga (La Constancia).
FUNDICIÓN Y TALLERES DIEGO DÍAZ. CONSTRUCCIONES MECÁNICAS - VÉLEZ-MÁLAGA
A comienzos del siglo XX Diego Díaz Montenegro, de familia originaria de Antequera, montó en Vélez-Málaga la empresa familiar de Talleres y Construcciones Mecánicas, situada entre el Camino de Málaga y Arroyo Hondo. La fábrica continuó su funcionamiento con sus hijos Diego y José Díaz Cruces hasta su desmantelamiento en 1990, que no fue definitivo, porque la actividad continuó en manos de un hijo de José, llamado también José Augusto Díaz Gutiérrez, que trasladó el negocio al polígono veleño de La Mata, donde funcionó hasta 2007. La factoría destacó por la fabricación y montaje de maquinaria para fábricas de los sectores del azúcar, el aceite, las conservas, el almacenaje y transporte de combustibles, aparatos de elevación y grúas, generadores de vapor, etc. En el sector aceitero esta empresa montó muchas fábricas modernas por toda la geografía española y renovó su funcionamiento en la comarca de la Axarquía con el montaje de numerosas instalaciones.
FUNDICIÓN DE HIERRO Y TALLERES DE CONSTRUCCIÓN DE M. BERTRÁN DE LIS - ANTEQUERA
E n 1870 Mariano Bertrán de Lis estableció en sociedad la primera fundición de Antequera. Empezó a funcionar con el nombre de Santa Amalia en la ribera del Río de la Villa y cuatro años después se instaló en una parcela del desamortizado convento de Capuchinos. Del avance y prosperidad del establecimiento nos habla la inauguración en sus distintas dependencias de la instalación de alumbrado a través de gas en 1878, recogida con admiración por la prensa de la época. Más admiración causaba su funcionamiento y la fabricación de la nueva tecnología del momento: aventadoras, prensas de diferentes sistemas, calderas, aparatos para fábricas harineras, aparatos para la fabricación de azúcar de caña, bombas centrífugas, motores de vapor, máquinas locomóviles, turbinas, útiles para fábricas de lanas, grúas, etc. A comienzos del siglo XX los problemas de salud obligaron a Mariano Bertrán de Lis a dejar el negocio, momento que aprovechó otro famoso fabricante, Manuel de Luna, para hacerse con las instalaciones.
FUNDICIONES DE HIERRO Y BRONCE MANUEL ALCAIDE - ANTEQUERA
Manuel Alcaide es otro de los grandes metalúrgicos antequeranos del siglo XX, que creó su empresa alrededor del 1897. Desde sus inicios aparece instalada en calle de San Bartolomé, 30. Abarcaba la Fundición de Hierro y Bronce, los Talleres de Calderería y Cerrajería y la Construcción y Reparación de Maquinaria. Tras el fallecimiento de Manuel Alcaide Duplas en 1933, la fábrica pasó a manos de su familia. Es su hijo quien se pone al frente del negocio y así aparece desde entonces en las placas identificativas de la casa y en la publicidad: Hijo de Manuel Alcaide. A partir de estos años se especializa en la instalación completa de fábricas de aceite de oliva y de orujo. La calidad de sus productos gozaba de fama extraordinaria. En la publicidad de las primeras décadas del siglo XX se ofrecen las instalaciones con electricidad y las turbinas. Aparece también un moderno modelo de batidora para obtener mejor calidad del aceite, que a una sola presión deja agotados los orujos, y economía de agua que se reaprovecha. Este establecimiento permaneció en funcionamiento hasta los años 70 del pasado siglo.